"El hombre que va a menos (boceto de una vida completa)"
El protagonista ha nacido con una dotación formidable. Es inteligente, valeroso, viril y apuesto. Sin embargo, durante toda su vida disimulará estas cualidades, tal vez por no apabullar a los demás. Fracasará en sus estudios por fingir desconocimiento, aún poseyendo erudición. Renunciará a espléndidas mujeres y se casará con una verdadera bruja. Retrocederá ante rivales que en realidad desprecia. Cometerá injusticias para no sentir la soberbia de ser bondadoso. Se rodeará de amigos miserables y les hará el homenaje de parecerse a ellos. Tendrá gustos exquisitos, pero los negará para mentir regocijo ante las cosas más despreciables. Una noche sentirá venir la muerte y no tendrá miedo, pero gemirá como un maula. Jamás recibirá recompensa ninguna en este mundo, y tal vez tampoco en el otro.
El duelo o la refutación del horóscopo
Los dos hombres nacen el mismo día, a la misma hora. Sus vidas no se cruzan hasta que son enamorados por la misma mujer. Entonces se encuentran y pelean por ella. Uno de ellos obtiene la victoria y el amor. Al otro le corresponde el dolor, la humillación y quizá la muerte. Los astrólogos han previsto ese día el mismo horóscopo para los dos. Tal vez son erróneos los vaticinios. O tal vez se equivoca uno al pensar que el amor y la muerte son destinos distintos. Los deberes de Pedro Pedro se sienta en los últimos bancos del aula, como corresponde a un chico que desdeña la educación y la vecindad de los poderosos. Las conspiraciones y los batifondos nunca lo hallan ajeno. Busca el riesgo de las transgresiones y la compañía de los más beligerantes. A veces lo tientan el estudio y la inteligencia. Entonces, como quien acepta un desafío, como una compadrada, resuelve arduos problemas de regla de tres y cumple los dictados sin tropiezos. Un día, la maestra le acaricia el pelo tiernamente. El piensa: -Ay, señorita... Si supiera cómo me gustaría regalarle una flor y darle un beso. Pero Pedro sabe quién es y conoce su deber y su destino. Con una gambeta se aleja del afecto inoportuno y va a buscar la gloria allá en el fondo, donde los malandras se empeñan revoleando los tinteros para que se cumpla mejor el divino propósito del Universo. El hombre que era, sin saberlo, el diablo Un caballero de la calle Caracas resolvió negociar su alma. Siguiendo los ritos alcanzó a convocar a Astaroth, miembro de la nobleza infernal. -Deseo vender mi alma al diablo -declaró. -No será posible -contestó Astaroth. -¿Por qué? -Porque usted es el diablo. El hombre que pedía demasiado Satanás: ¿Qué pides a cambio de tu alma? Hombre: Exijo riquezas, posesiones, honores, distinciones. juventud, poder, fuerza, salud... Exijo sabiduría, genio, prudencia... Y también renombre, fama, gloria y buena suerte... Y amores, placeres, sensaciones. darás todo eso? Satanás: No te daré nada. Hombre: Entonces no tendrás mi alma. Satanás: Tu alma ya es mía. (Desaparece) |
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miércoles, 25 de abril de 2012
CUENTOS CORTOS
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