jueves, 3 de mayo de 2012

Crisis y oportunidad







Posted: 08 Apr 2012 01:09 AM PDT




“Todas las crisis tienen dos elementos: peligro y oportunidad. Con independencia  de la peligrosidad de la situación, en el corazón de cada crisis se esconde una gran oportunidad.

Abundantes beneficios esperan a quienes descubren el secreto de encontrar la oportunidad de la crisis”
(ANTIGUO PROVERBIO CHINO)


La  palabra crisis en la caligrafía china, se escribe uniendo los símbolos de peligro y oportunidad. Esta expresión capta la esencia de nuestra incierta vida normal, porque ésta también tiene dos facetas: aparte del obvio riesgo a la integridad física, el peligro es que, a consecuencia del desasosiego y la vulnerabilidad que sentimos, nos paralicemos, nos estanquemos y nos aislemos. Al mismo tiempo, esta situación de inseguridad nos ofrece la oportunidad de crecer emocionalmente, potenciar nuestra solidaridad y fortalecer nuestra determinación para resolver los conflictos que causan la inestabilidad en el mundo.

Al reflexionar sobre las tensiones que estamos viviendo, nos enfrentamos con la impotencia que sentimos ante la incertidumbre que nos acosa y que somos incapaces de controlar. A la vez nos reconfortamos ante el hecho de que los seres humanos debemos nuestra posición de privilegio en la Tierra, a la extraordinaria capacidad de adaptación y recuperación que poseemos.

Pienso que esta capacidad explica el hecho de que con frecuencia, las personas que superan graves situaciones no se limitan a volver al nivel previo de normalidad, sino que experimentan cambios positivos. Por ejemplo en una revisión de unos cuarenta estudios recientes sobre los cambios que se observan en las personas después de vivir adversidades muy penosas y prolongadas los sicólogos de la Universidad de Warwick (Reino Unido), Alex Linley y Stephen Joseph, llegaron a la conclusión de que muchos hombres y mujeres crecer emocionalmente.

La aptitud de estos individuos de extraer consecuencias provechosas de las desgracias no está relacionada con la edad, ni el sexo, ni el nivel socioeconómico, ni el tipo de calamidad que soportaron. El crecimiento o las secuelas positivas que ocasionan en ellos las coyunturas estresantes dependen sobretodo de su capacidad de adaptación y de los mecanismos de defensa o los antídotos que utilizan para protegerse de los efectos dañinos.

A lo largo de mi vida profesional, he conocido muchos enfermos de cáncer, pacientes que han sufrido un infarto de miocardio o un accidente cerebro vascular, supervivientes de agresiones humanas y de desastres naturales, dolientes recuperados de depresiones profundas e incluso jóvenes infectados del virus del Sida, que afirman convencidos que, como resultado de su infortunio, se conocen mejor, se considera mejores personas y valoran más sus vidas.

Para estas personas, las dificultades se convierten en una especie de centro vital alrededor del cual reorganizan sus valores y expectativas, y configuran una nueva vida más grata, que les permite disfrutar de cosas sencillas a las que antes no daban importancia. Otros cambios positivos incluyen la maduración de la personalidad, la mejora en las relaciones con otras personas, el aumento de la solidaridad y el desarrollo de la capacidad para ponerse genuinamente en las circunstancias de otros.

Los hombres y las mujeres, como nos avisa el proverbio chino que he mencionado, logran descubrir el secreto de encontrar las oportunidades en las crisis, me recuerda el ave fénix de la leyenda egipcia: el pájaro del llanto melódico y de plumas brillantes de oro y escarlata que después de ser consumido por las llamas resurgió desde sus propias cenizas y volvió a volar victorioso hacia Heliópolis, la cuidad del sol.

Fuente: NUESTRA INCIERTA VIDA NORMAL
(Luis Rojas Marcos )

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