miércoles, 25 de abril de 2012

DORMIR BIEN

Dormir

De todos los verbos, el que no pertenece a la decisión de hacer es el dormir. No dormimos cuando queremos, no podemos decir: “Ahora dormiré”. Tan solo podemos decir “ahora me voy a dormir, espero dormirme” No dormimos, nos dormimos. Se trata de una acción que es la “no acción” por excelencia.

Dormir es un acto ligado al bienestar. Cuando conseguimos hacerlo con placidez, no tan solo es un espacio de tiempo gratificante y reparador, es también una señal de bienestar, de tranquilidad, de capacidad para escabullirse de los desasosiegos  e inquietudes de la cotidianidad. El sueño y su calidad son, a la vez, delatores de nuestro bienestar emocional y provocadores o perturbadores suyos.

Sí se está bien se suele dormir bien, si se duerme bien se ayuda a conseguir un bienestar adecuado.

No siempre el que sufre insomnio es señal de la presencia de algo perturbador o indicador de estar viviendo una situación conflictiva o angustiosa. La dificultad para coger el sueño, o despertarse mucho antes del que sería conveniente, afecta a un número considerable de personas. En algunas ocasiones, suponen un síntoma más de un trastorno psíquico, la consecuencia de un malestar físico o, como hemos dicho, de pasar una situación vital conflictiva. En otros se trata de un trastorno por el mismo sin que haya circunstancias desencadenantes.

El insomnio primario es la dificultad para iniciar o mantener el sueño o la sensación de no haber descansado de manera adecuada durante una temporada prolongada. Ne se pued hablar de insomnio por el hecho de haber dormido mal noches aisladas. Los afectados lo sufren de manera continuada y ven alterada su vida laboral, social y su ánimo como consecuencia de dormir mal. Para ser considerado insomnio primario no ha de ser causado por ninguna otra alteración psíquica.

Quien lo sufre, tiene dificultades, sobre todo, para coger el sueño. A medida que se consigue dormir, la desazón por conseguirlo aumenta., hecho que supone un incremento de los problemas para dormirse. Una vez que se duerme, se suelen despertar a menudo, y cuando duermen lo hacen inquietos, el despertar es pesado, con la sensación de no haber descansado lo que se necesitaba.

Sufrir insomnio supone vivir con inquietud la llegada de la noche. Se produce una reacción de tipo fóbico, que hace que ponerse a dormir sea vivido con ansiedad. De hecho, las personas insomnes consiguen dormir con más facilidad cuando se proponen dormir cuando quieron hacerlo. Pueden quedarse dormidos mirando la televisión i no lo consiguen cuando se van a la cama. Lo que miran es lo suficiente distraído para no pensar que han de dormir ni para olvidarse de sus preocupaciones y bastante aburrido para no captar la atención. Se duermen. Cuando lo intentan en la cama, la preocupación para dormir les inquieta como puede hacer cualquier otra preocupación y no deja hacerlo. Todas las personas pueden tener una noche de insomnio, sobre todo cuando pasan por una circunstancia que preocupa intensamente.

Uno de los pensamientos que más ayuda a mantener el insomnio es la creencia que la falta de descanso no lo dejará rendir al día siguiente. El intento obsesivo de dormir de manera urgente provoca una angustia que aumenta la dificultad de dormir. De hecho, cuando una persona afectad consigue irse a la cama con el convencimiento que no es imprescindible dormir, dispuesto a pasar la noche sin hacerlo si hace falta, será más fácil coger el sueño. Algunas personas han superado la necesidad de tomar medicamentos para dormir cuando, por la razón que sea, no los han tenido al alcance y han optado por no inquietarse y resignarse a no dormir en toda la noche. Con esta actitud es más fácil dormir, aun que sea poco y con dificultades para coger el sueño.

Hay personas que se duermen con rapidez pero que se despiertan a media noche con la incapacidad para volverse a dormir. Se llama insomnio de mantenimiento. A menudo es indicativo de un trastorno psíquico asociado o de la presencia de un agente estresante considerable.

Los estudios sobre la prevalencia de las personas que padecen insomnio la sitúan entre el 30 y el 40 por ciento de la población. Como vemos, se trata de un trastorno que afecta a un número elevado de personas que provoca que los medicamentos ansiolíticos, hipnóticos y relajantes naturales de todo tipo sean y, casi siempre, mal consumidos por la población. La mayoría de estos fármacos tienen, en mayor o menor medida, la propiedad de generar dependencia. Esto hace que una persona insomne comienza a tomar un determinado tratamiento para dormir le cuesta mucho dejarlo. No se ha de ser muy crítico con esta posibilidad siempre que esté debidamente controlada; mas vale dormir con ayuda que no hacerlo. Lo que es importante es que la ayuda se ajuste a las necesidades de cada uno.

Del libro: Bienestar emocional – Dr. Joan Corbella.



No hay comentarios:

Publicar un comentario