jueves, 26 de abril de 2012

EL HOMBRE,CENTRO ACTIVO DE FUERZAS Y ENERGIAS


Aunque para ver la parte etérica del planeta o del cuerpo físico es necesario haber desarrollado
algún grado de clarividencia, eso no impide que se deba creer que el origen de todo lo que vemos y
mucho más allá aún, sea energía en vibración en muy diversas frecuencias. La ciencia consideró en
el pasado al átomo como “materia” pero no ya actualmente y mucho menos en el cuerpo humano
que tiene los medios necesarios independientes para especializar ciertas energías y utilizarlas para
su supervivencia y para su propio desarrollo espiritual. Lo mismo que la Luna tiene influencia sobre las aguas,
los embarazos y los partos, lo mismo que Marte es el origen del hierro en la Tierra, y lo mismo que la materia
tiene su origen en los átomos y éstos en otras partículas subatómicas; así los éteres creadores de las
formas físicas tienen otras fuerzas que les hacen vibrar y que les ordenan y dirigen ¿o es que
somos nosotros quiénes dirigimos a los órganos de nuestro cuerpo para que hagan sus funciones?
La materia “flota” sobre un mar de éteres de diferente frecuencia de vibración, éstos interactúan
de igual forma a partir de otras energías que les impulsan, y así sucesivamente hasta siete
 grados de energía-materia vibratoria relacionada con los siete mundos donde
vivimos, evolucionamos y tenemos nuestro ser.

Ni todos los átomos sirven para crear la misma materia ni todos los éteres sirven para lo
 mismo en el cuerpo etérico, ni el resto de las energías de los otros mundos superiores se utilizan
para lo mismo respecto a nosotros. Los átomos de diferentes frecuencias forman los diferentes
partes del cuerpo físico, los éteres forman el molde de éste y cumplen otras funciones que nos
diferencian de los reinos que nos siguen pero ¿Qué energías o fuerzas forman el carácter que
 desde niños mostramos? Incluso los planetas y los signos del zodíaco son emisores de fuerzas o energías
que influyen y dominan ciertos aspectos del planeta y de la humanidad. Lo mismo que el aire une
 a las formas y la luz las separa, así mismo los cuerpos que constituyen nuestro universo –de la más
alta o la más baja frecuencia– unen y separan los propios mundos y todo lo que contienen en
sí mismo incluyendo las Jerarquías de seres que los pueblan. Las fuerzas que actúan sobre nuestros
organismos tienen cierta similitud con los del planeta –por ejemplo: la presión sobre el aire, el
 magnetismo, el calor o el frío, la gravedad, etc.– pero estas fuerzas no actúan por sí mismas
 y sin ninguna dirección puesto que son fuerzas inteligentes que evitan que el universo sea
 un caos y se destruya, por tanto, su gobierno es otra fuerza superior a ellas como nosotros
 lo somos respecto a las células, moléculas y átomos que forman y actúan en nuestro cuerpo.

Como hemos dicho, este cuerpo está compuesto de cuatro éteres que se encargan,
 –entre otras cosas– del mantenimiento de la vida y de guardar las experiencias
que se obtienen con el cuerpo físico, éstos son:


1º.- El éter Químico que rige la asimilación y la excreción del cuerpo físico.
2º.- El Vital que mantiene la propagación de la especie –fertilización y gestación–
3º.- El Luminoso que mantiene el calor de la sangre y hace que tengamos sentidos físicos.
4º.- El Reflector, que también podríamos llamarle la memoria subconsciente
 porque gracias a él el Ego puede impresionar el cerebro con los pensamientos.
Así es que, dos de los cuatro éteres se relacionan con la comunicación del Ego con la
materia física y los otros dos con el mantenimiento y actividad del organismo. De los
 cuatro éteres, el superior o Reflector tiene cierta particularidad porque es en él donde
 queda grabada nuestra vida para poder llevárnosla como una película a los mundos
superiores. Esto es gracias a que el cuerpo etérico está conectado al físico desde su
 átomo-simiente –situado en el plexo solar etérico– hasta el átomo-simiente del cuerpo
 físico en el corazón. El Ego está en la cuarta región del Mundo del Pensamiento donde
 también se halla la memoria de la naturaleza –donde está guardada la historia y
evolución de la humanidad– pues bien, este cuarto éter es un reflejo de dicha
 memoria y gracias a él el Ego gobierna el cerebro y el sistema nervioso.

La conexión mencionada desde los átomos del cuerpo etérico y el físico es gracias a
 un cordón energético compuesto de materia etérica que se le suele llamar “cordón de
 plata” por su color. Cuando este cordón se desconecta del corazón ocurre la muerte
 física y cuando, a continuación, se desconecta del plexo solar se produce la verdadera
 muerte y se abandonan estos dos cuerpos para pasar al Purgatorio y al Cielo –Mundo de
 Deseos- Naturalmente que, además de la comunicación de estos cuerpos por los chacras,
 están conectados también por otro cordón de materia del cuerpo de deseos
 que termina en el ovoide cuerpo de deseos a la altura aproximada del hígado
 del cuerpo físico, de donde parte otro cordón que une el cuerpo de deseos con la mente.

Tarde o temprano, en alguna vida futura, tendremos que ser conscientes en los mundos
 superiores y para ello tenemos que purificar la materia de nuestros cuerpos y espiritualizar
 el carácter, pues bien eso no podrá conseguirse nada más que a través de la clave de este
cuerpo que es la “repetición”. Cuando somos egoístas, materialistas y hacemos el mal
 atraemos los átomos inferiores y no progresamos espiritualmente, pero cuando hacemos
 lo contrario atraemos los superiores y formamos el Cuerpo-Alma que es otro vehículo
 energético-espiritual que nos permite ser conscientes en esas regiones invisibles;
 este Cuerpo-Alma es la esencia de la “conciencia” y de la “virtud” obtenidas en
 los anteriores renacimientos y nos acompaña vida tras
 vida. En su construcción se tiene en cuenta:

Primero, el Rayo del átomos-simiente

Segundo, el del signo solar del nacimiento

Tercero, el del Ascendente del horóscopo de la persona.


Cuando se espiritualiza gracias a la repetición de oraciones y buenos pensamientos,
deseos, sentimientos y acciones, aumentan sus éteres superiores hasta sobresalir del
cuerpo físico en forma de una gran y bella aura, este será el vehículo
del futuro cuando no necesitemos el cuerpo físico.

Existen corrientes magnéticas en el cuerpo etérico que pueden sentirse como electricidad y
 que se ven como líneas de fuerza radiante, las cuales tienen relación con los procesos
 biológicos. Las fuerzas que recorren el sistema nervioso son electromagnéticas y su
 disminución puede causar bloqueos. Estas fuerzas forman el aura magnética que es
 la que hace que los órganos del cuerpo tengan la doble polaridad –a veces más– y la
 que mantienen las moléculas del cuerpo en sus moldes orgánicos. Los propios éteres
 de este cuerpo vital tienen sus polos positivo y negativo sirviendo cada uno de ellos a diferentes
funciones, por ejemplo, el polo negativo del éter químico interviene en el proceso de eliminación
 mientras que las fuerzas que nutren y construyen lo hacen a través del positivo, de hecho,
un clarividente puede ver –como resultado de la digestión– cómo las masas de éteres fluyen a lo largo
de líneas de fuerzas magnéticas. El color del átomo químico es variable desde un azul pálido hasta
un violeta azulado que puede convertirse en casi negro dependiendo de la densidad. Ese
 éter es el que más fácilmente puede verse, los científicos lo fotografiaron hace muchos
años como una envoltura del cuerpo físico y como electrones libres, sin embargo no son
tal sino una acumulación de partículas. El mismo átomo está compuesto –a manera de
 sistema solar– de un protón –Sol– con polo positivo y los electrones que circulan a su
alrededor como planetas, lo tienen negativo siendo estos más bien “paquetes de energía”
 –partículas o fuerzas– en forma de onda. Al igual que en el cuerpo físico, el planeta Tierra tiene
un aura de electrones que alcanza a la Luna, como parte de la Tierra que es. Esta aura está
compuesta por los cuatro éteres que también, como ocurre en nuestro cuerpo, dan vida a
 las formas de los reinos que nos siguen; así es que los cuerpos etéricos de los seres que
 pueblan la Tierra son partes del cuerpo etérico de la Tierra y de sus fuerzas cósmicas.
Los órganos del cuerpo físico tienen su propio campo magnético en el cuerpo etérico y
su propia polaridad, pero en conjunto, el éter químico suele manifestar más polaridad
 positiva en los cuerpos masculinos y más negativa en la mujer.

Si tuviéramos que dar un ejemplo fácil de lo que es el segundo éter –vital– diríamos que
 es aquel que forma el magnetismo y que extraen, como “enfermedad”, los sanadores
 magnéticos. Sin embargo, la función de este éter, o mejor dicho, de las fuerzas que lo utilizan,
es la de construir nuevos cuerpos raciales, es decir, la perpetuación de la especie. Y es que,
 aunque en la construcción de los cuerpos intervienen las dos Jerarquías que están inmediatamente
 por encima de nosotros, los padres, el Ego que renace, los espíritus de la naturaleza, el éter
vital está íntimamente relacionados con la fuerza cósmica conocida en ocultismo como “Energía
 Creadora de Dios”. El polo positivo es más notable en los cuerpos etéricos de las mujeres
 y el negativo en el de los hombres; así el polo positivo es muy activo en la gestación de
 un nuevo ser y capacita a la mujer para dar a luz mientras que el polo negativo hace que
 el sexo masculino produzca semen. Como podemos ver, en realidad es el éter vital el
 que forma el aspecto de “vida” para formar y mantener en buen estado de salud el
cuerpo físico, ya que actúa como una matriz o red de fuerzas en la cual los
 átomos físicos son atraídos y ordenados para formar el cuerpo.

La fuerza sexual creadora tiene su origen en el éter vital que parece caer desde el Sol
 hacia la Tierra y que se introduce en el cuerpo etérico a través del bazo para su
especialización y uso individual; esta especialización realizada en el plexo solar gracias
 al átomo-simiente termina como una irradiación a través de los nervios y hasta la salida del cuerpo
 por los poros. Esta energía vital procede de los mundos superiores y está relacionada con el tercer
 aspecto de Dios, y lo mismo que tienen relación con la procreación y el sexo en el cuerpo físico,
también lo tiene en esos mundos en otros aspectos creadores; y al igual que desciende de lo
 superior hacia el planeta y sus seres, también es utilizado por la voluntad –seno frontal– a través
 de la mente y del cuerpo de deseos para controlar el cuerpo físico. El éter vital procede del
Fuego Creador o de Vida pero cuanto más inferior sea el reino que lo contenga y menor
 sea su frecuencia vibratoria más frío es su color pasando a anaranjado en el vegetal
y en rosa oscuro o rojo en los animales y en el hombre.
 

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