miércoles, 25 de abril de 2012

PUNTOS DE VISTA


El fundamento
Recordemos el siguiente pasaje de las Escrituras: 1Así que sigamos adelante hasta llegar a ser adultos, dejando a un lado las primeras enseñanzas acerca de Cristo. No volvamos otra vez a las cosas básicas, como…. el juicio eterno. Hebreos 6.1-2
Al no tener un firme fundamento o cimiento en las verdades del juicio y el castigo eternos, no podemos edificar una vida sana y apropiada en Cristo. Podríamos compararlo con tratar de progresar en su educación sin tener las herramientas básicas que se adquieren en la escuela primaria, como la capacidad de leer.
¿Por qué es así esto? Al estudiar con atención los Evangelios observará que Jesús hablo del infierno y lo describió con mayor detalle de lo que hizo con el cielo. Los hizo para plantar en nosotros un fundamento de temor de Dios. Va aquí un ejemplo:
3Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas.4»Os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, pero después nada más pueden hacer. 5Os enseñaré a quién debéis temer:Temed a aquel que, después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno. Sí, os digo, a este temed. Lucas 12:3-5
Sus palabras fueron fuertes y precisas: al obtener y mantener buen entendimiento del juicio y castigo eterno, en nuestros corazones se planta y se mantiene firmemente el temor del Señor. Permítame explicarlo. Solo Dios puede emitir la sentencia a pasar la eternidad en el infierno. Lo que hayamos dicho en secreto será puesto de manifiesto bajó la luz de su Gloria el Día del Juicio. Y no solo nuestras palabras sino nuestros motivos, actitudes y obras serán manifestados. El temor de Dios nos mantiene siempre conscientes de que nada puede ocultársele, ni siquiera lo mas secreto y nos hace saber que nada escapará a su juicio y que su juicio es justo. Si nos falta este entendimiento podemos engañarnos, creyendo que Dios pasa por alto o incluso, que no ve la desobediencia, y nos confortamos en una misericordia no bíblica, que no existe, como lo hicieron Engañado, Corazón Flojo y Doble Vida. Podemos convertirnos con toda facilidad en una de esas muchas personas que en nuestros días se apartan de la firme devoción para inclinarse a la desobediencia.
Quienes carecen de ese fundamento, de seguro caerán en el temor del hombre, y en última instancia es sabido que servimos a aquel que tememos. Si tememos a Dios le obedeceremos aunque estemos bajo presión. Pero si tememos al hombre, nos rendiremos al hombre, especialmente si estamos bajo presión., buscando entonces lo que beneficie y satisfaga nuestros placeres o deseos carnales. Entregarse a la carne en última instancia lleva a graves consecuencias. Por lo tanto, si nos falta entendimiento consiente del juicio y el castigo eternos, nos falta cierta medida de temor del Señor, porque los juicios de Cristo son de hecho un aspecto del temor del Señor, Pablo lo dice de esta manera: 10porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 corintios 5:10-11
No se estaba refiriendo al Gran Trono Blanco del Juicio al que Jesús hizo referencia en el versículo previo (en el que las personas serán sentenciadas al infierno), sino al juicio del creyente, que comenzaremos a ver en el próximo capítulo. Sin embargo, note que Pablo equipara el estrado del juicio de Cristo con el temor del Señor (aunque eso también podría referirse al trono blanco). De hecho, en el versículo antes mencionado llama al Tribunal de Cristo el “temor del Señor”. El punto aquí es que no podemos separar el temor del Señor del juicio, y que el temor del Señor es la clave para una vida saludable.
Escuche lo que dice el profeta Isaías: 6Él es la seguridad de sus días. Sabiduría y conocimiento son sus riquezas salvadoras, y el temor de Jehová es su tesoro.” Isaías 33:6
El temor santo es la clave de un fundamento o cimiento seguro en Dios. Recuerde que en los capítulos anteriores Jesús predijo a la multitud que habría quien hiciera cosas milagrosas en su Nombre, pero que luego sería expulsado al castigo eterno. No sorprende que de inmediato diera las causas de esta caída: el fundamento. Estas personas construirán sus vidas sobre una creencia y una idea que no soportarían las tormentas de la vida.
24»A cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las pone en práctica, lo compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca. 25Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa; pero no cayó, porque estaba cimentada sobre la roca. [El seguro fundamento de Dios… el temor del Señor] 26Pero a cualquiera que me oye estas palabras y no las practica, lo compararé a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena. 27Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina». Mateo 7:24-27
Quienes han perseverado hasta el final habrían podido soportar las tormentas a causa de un cimiento firme. El temor del Señor es ese cimiento. Nos brinda estabilidad. Es un almacén de las riquezas de Dios: su salvación, sabiduría y conocimiento están ocultos allí.
Temor del Señor
¿Qué es el temor del Señor? ¿Es tener miedo de Él? No, en absoluto, Porque ¿de qué modo podríamos tener intimidad con el Señor (que es su más profundo deseo) si le tuviéramos miedo? Dios vino a rebelarse a Sí Mismo ante Israel, a tener con ellos la comunión que tenia con Moisés, pero ellos se alejaron, negándose a estar con Él. Moisés le dijo al pueblo: 20Moisés respondió al pueblo: No temáis, pues Dios vino para probaros, para que su temor esté ante vosotros y no pequéis. Éxodo 20:20
Observe que estas palabras suenan tan parecidas que podrían contradecirse. Pero Moisés está haciendo una diferencia entre tener miedo y sentir temor de Dios: hay una diferencia. Quien tiene miedo de Dios tiene algo que ocultar (¿recuerda lo que hizo Adán cuando desobedeció en el huerto? Se oculto de la presencia del Señor). Por otro lado, quién teme a Dios teme alejarse de Él (escapa a la desobediencia).
El temor del Señor es honrar, estimar valorar, respetar y reverenciar a Dios por sobre todas las cosas y personas. Lo que le importa a Dios nos importa a nosotros, y lo que no le importa, tampoco tiene importancia para nosotros, cuando tememos a Dios, temblamos ante su palabra, lo cual significa que Le obedecemos al instante –aunque no tenga sentido, aunque nos duela, aunque no veamos los beneficios-, y hasta el final. Si, entonces, la manifestación del temor del Señor es la obediencia a su Palabra, caminos o leyes.
Las Escrituras nos dicen que el temor del Señor es el principio de la sabiduría. La sabiduría de la que hablaremos en los siguientes capítulos, es el conocimiento y la capacidad de tomar decisiones correctas en el momento oportuno. Quienes toman malas decisiones bajo presión carecen de sabiduría, y la fuente de la sabiduría es el temor del Señor.
Las Escrituras nos dicen que nuestras vidas pueden compararse con la construcción de una casa. Primero viene el cimiento y luego la estructura. Leemos: “Con sabiduría se edifica la casa, con prudencia se afirma” Proverbios 24:3. Si estamos edificando nuestras vidas con la capacidad de tomar decisiones correctas, entonces edificaremos una vida sana que podrá presentarse con confianza ante el Tribunal de Cristo. El principio, fundamento o cimiento de esta sabiduría es el temor de Dios.
Para no apartarnos
Los cristianos no nos apartaríamos si tuviéramos el temor del Señor plantado con firmeza en nuestros corazones. No tropezaríamos ni nos separaríamos de nuestra firme devoción a Jesús. No tomaríamos su palabra a la liviana, ni la daríamos por sentada. No coquetearíamos con el pecado, lo cual causa que los corazones de los creyentes se endurezcan y finalmente caigan (Hebreos 3:12-13 12Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón tan malo e incrédulo que se aparte del Dios vivo. 13Antes bien, exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: «Hoy», para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado) siempre sabríamos que lo que se dice y hace en secreto será proclamado en público ante el Tribunal de Cristo. Escuchemos qué le dijo Dios a Jeremías sobre las personas del Nuevo testamento:
38y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios. 39Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. 40Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. Jeremías 32:38-40
Observe que Dios dice: “para que me teman perpetuamente… para que no se aparten de mi”. Recuerdo una reunión en Malasia, donde el Espíritu del temor del Señor se manifestó fuertemente. Había gente de todo el hemisferio oriental: estudiantes de seminario, pastores y muchos otros colmaban el auditorio donde hablaría. Hacia el final del servicio muchos lloraban incontrolablemente, echados en el suelo, por todo el frente cerca de la plataforma. El terror del Señor era tan asombroso en esta atmósfera. Y yo pensé: John Bevere, si te equivocas al hacer o decir algo ¡eres hombre muerto! No sé si habría pasado esto, pero lo que sí sé es que un hombre y una mujer cometieron un error moviéndose en una atmósfera similar en el Nuevo testamento, y murieron. El resultado del juicio inmediato fue que “vino temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas” Hechos 5:11.
Al término de la reunión se me acercó una pareja de la india, y me dijeron:
-John, nos sentimos tan limpios por dentro.
-También yo lo siento- dije
Días después estaba en mi hotel y encontré el pasaje: El temor de Jehová es limpio: permanece para siempre” Salmo 19:9. El Espíritu Santo le habló enseguida mi corazón: “Lucifer era el ángel que lideraba la adoración del cielo. Ungido, hermoso y bendecido. Pero no sentía temor de mi: no permaneció para siempre”. Considere este y luego oí: “Un tercio de los ángeles que rodeaban mi trono y veían mi gloria no me temieron. No permanecieron para siempre”. Me impacto lo que Dios me revelaba, entonces oí: “Adán y Eva anduvieron en presencia de mi Gloria. Tenían comunión conmigo, pero no sentían temor de mí: no permanecieron para siempre”
El temor del Señor nos da poder para permanecer. Nos mantiene constantemente obedientes a la Palabra de Dios. Se advierte a los creyentes:1Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Hebreos 4:1. Es interesante que dice “temamos” en lugar de “amemos”. Es el temor de Dios lo que nos impide apartarnos de Él para caer en el pecado, no el amor a Dios.
Un famoso evangelista
Jamás olvidaré la ocasión en que visité a un famoso evangelista que estaba cumpliendo su último año de prisión de una sentencia de cinco. Su caso fue conocido en el mundo, y trajo gran reproche sobre el reino. Sin embargo, en su primer año como preso tuvo un verdadero encuentro con el Señor. Cuando cuatro años más tarde entré en la prisión, una de las primeras cosas que me dijo fue: “John, esta prisión no fue el juicio de Dios sobre mi vida, sino su misericordia. Si hubiera seguido viviendo como lo hacía yo habría terminado en el infierno para toda la eternidad”
Ahora si había logrado captar mi atención. Supe que estaba hablando con un quebrantado hombre de Dios, un verdadero siervo de Cristo. Yo sabía que había comenzado en el ministerio muy enamorado de Jesús. Su pasión era evidente. Me preguntaba cómo había podido acabar tan lejos del Señor, estando aún en la cúspide de su ministerio. Por eso, le pregunte:
-¿Cuándo te desenamoraste de Jesús?
Me miro con asombro y sin titubear, dijo:
-¡Jamás!
Confundido proseguí
-¿Qué entonces del fraude con el correo y con tu adulterio en estos últimos siete años? Es por eso que estás en prisión.
-John –dijo entonces-, siempre amé a Jesús, pero Él no era la autoridad suprema de mi vida. (El no sentía temor de Dios) luego dijo algo que me dejó absorto:
- John, hay millones de cristianos que son como yo. Dicen que Jesús es su Salvador, y le aman. Pero no le temen como Señor supremo en sus vidas.
Entonces se encendió una luz en mi interior. Tomé conciencia de que podemos amar a Jesús, pero que eso solo no impedirá que caigamos. También tenemos que sentir temor de Dios. Recordemos las palabras de Moisés: No tengan miedo. Dios ha venido para ponerlos a prueba y para que siempre sientan temor de él, a fin de que no pequen.” Éxodo 20:20Es entonces el temor del Señor lo que nos da el poder para permanecer, para no desviarnos de nuestra obediencia a Dios como lo hicieron Lucifer, un tercio de los ángeles, Adán y los muchos que en la iglesia caerán en estos últimos días.
Complete su salvación
Por esta razón Pablo nos dice: 12Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor.” Filipenses 2:12
Llevamos adelante y completamos nuestra salvación con reverencial temor y temblor. Esto nos mantiene alertas, sabiendo que cada pensamiento, palabra y obra serán puestos de manifiesto en el Juicio. Y con este conocimiento nos mantenemos humildes, cautelosos, con dominio propio, tiernos, alertas ante la tentación a desobedecer y apartándonos siempre de lo que pudiera desagradar a Dios.
Observe que Pablo no dice que completamos o terminamos nuestra salvación con “Amor y benignidad”. El temor del Señor nos da las fuerzas que necesitamos para no apartarnos de su gracia y caer en una vida de desobediencia. Considere las palabras de Pablo a los romanos. Él discute como la caída de Israel dio como resultado la salvación de los gentiles. Llamó a Israel ramas naturales, y a los creyentes gentiles del Nuevo testamento, ramas silvestres. Escuche lo que Dios dice a través de este apóstol: 20Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Romanos 11:20
Vea que no dice: “No te ensoberbezcas, sino amoroso” No, él se refiere al temor de Dios. ¿Por qué? Volverá a ver esto en los siguientes dos versículos, como fuente de capacidad y fuerza para continuar con su amor:
20Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. 21Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. 22Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. Romanos 11:21-22
Como creyentes hemos de considerar la bondad (amor) y severidad (juicio) de Dios. Si no tememos a Dios, no continuaremos en su bondad y podemos ser desgajados. Aquí otra vez Dios nos advierte: 1Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.” Hebreos 4:1
El temor de Dios nos guarda de apartarnos y caer. El amor de Dios, por otra parte, nos mantiene lejos del legalismo, que también destruye la intimidad con Dios. Nuestro amor por Dios alimenta nuestros motivos e intenciones manteniéndolos apasionados, fieles. Tenemos que tener ambas fuerzas, las del amor y del temor en nuestras vidas, para poder mantener una relación saludable. Por eso Pablo llama a Dios nuestro“Padre celestial y Abba” (que significa Papito), pero también dice que nuestro Dios es un “fuego consumidor”. Dios es Amor, pero también es Justo y Juez Santo. No temerle es carecer de estabilidad perdurable y Jesús dice varias veces: “mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” Mateo 10.22

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